viernes, 17 de febrero de 2017

Entrevista a Manuel Machuca, autor de Tres mil viajes al sur











El martes de la semana pasada publiqué en este blog mi reseña de Tres mil viajes al sur, de Manuel Machuca. Hoy publico en mi blog una entrevista en la que el autor sevillano nos comenta un poco sobre los entresijos de esta novela testimonio y de denuncia social que merece la pena leer, aunque no sea comercial.


Biografía:


Manuel Machuca (Sevilla, 1963) debutó como novelista con Aquel viernes de julio (reseña), obra que se desarrolla en su ciudad natal durante los primeros meses de la Guerra Civil española; a ella le siguió El guacamayo rojo (reseña), la historia de tres generaciones de emigrantes andaluces en Brasil. Con Tres mil viajes al sur llega a finalista del Premio Ateneo de novela de Sevilla en 2015. Ha publicado relatos en las antologías Relatos de farmacéuticos (2006), Hidra verde (2015) y también en la revista argentina Motor de ideas.
Antes de su irrupción como novelista, ha colaborado con artículos en los diarios del Grupo Joly, en Cambio 16 y en Cuadernos para el diálogo, obteniendo en 1997 el Premio periodístico de la Fundación Avenzoar.
Asimismo, fue cooperante durante la Guerra de Ruanda en 1994, y desde el año 2000 imparte conferencias en diversos países de Europa y América Latina para formar a profesionales que deseen ser agentes transformadores del cambio, actividad que comparte con otras de voluntariado con personas en riesgo de exclusión social en un barrio de Sevilla considerado como marginal por quienes no han tenido la oportunidad de acercarse a las personas que lo habitan.


Entrevista:


1) Francisco Portela.- Gracias por concederme esta entrevista, Manuel. Creo que merece la pena que los lectores conozcan un poco más qué les ofreces en Tres mil viajes al sur.

Manuel Machuca.- Muchas gracias a ti por ayudarme a que más lectores puedan saber de ella y así dar a conocer historias que suceden alrededor de nuestros pueblos y ciudades, a un paso de donde vivimos.

2) F. P.- Creo que el título de Tres mil viajes al sur indica claramente tu grado de compromiso como voluntario que se preocupa por personas como las que se ven reflejadas en la novela.

M. M.- No sé si realmente lo refleja o no. Me gustan los títulos ambiguos, que haya que profundizar en ellos para encontrarles el verdadero sentido. Podía ser una novela de viajes. El sur, para quienes me conocen, que saben que ha sido mi destino vital muchas veces, podría ser África o Iberoamérica. El guacamayo rojo señalaba otro sur diferente al que muestro aquí. De todas formas, no es mi pretensión mostrarme ni como voluntario ni como persona comprometida porque, aunque es cierto que intento ejercer como tal desde que en 1994 estuve de cooperante en un campo de refugiados de la guerra de Ruanda, creo que sería una falta de respeto hacia esas personas alardear de lo que yo pretenda hacer, cuando está más que claro que a quien de verdad benefician las actividades de voluntariado es a los voluntarios. No obstante, sí que me preocupan estas personas, tan desconocidas para la inmensa mayoría de nosotros, y esta novela pretende ser un modesto homenaje de agradecimiento a quienes tanto me han dado a lo largo de estos años.

3) F. P.- ¿Sentías la necesidad de escribir una novela que removiese la conciencia del lector ante los problemas que hoy día afectan en cualquier rincón de nuestro país a los excluidos por la sociedad?

M. M.- Sentía la necesidad de agradecer a las personas que me permiten que las acompañe, y entendí que la mayor muestra de afecto hacia ellos que podía tener era darles visibilidad, mostrar cómo viven, pero no ha sido mi objetivo remover la conciencia de nadie. Ya somos mayorcitos todos y cada cual tiene su propia sensibilidad. Sólo he pretendido mostrar, y que cada cual reflexione si es que pretende hacerlo. Creo profundamente en la literatura como lugar de intercambio de experiencias entre un autor y un lector, y que cada cual, escritor y lector saque sus propias conclusiones del texto sin intención de manipular las emociones de cada cual. Autores y lectores debemos salir transformados a partir de una obra y a ello debemos llegar lo más libres que se pueda.

4) F. P.- ¿Y no tendría que ser la propia sociedad la que se preguntase por qué margina a quienes tendrían que formar parte de ella? ¿Tan insolidario es el ser humano, Manuel?

M. M.- No creo que seamos insolidarios, lo que pasa es que históricamente hemos estado manejados por los poderosos y pensamos que tenemos poca capacidad de acción, que carecemos de fuerza para cambiar el mundo. Desarrollamos diversas formas de vasallaje desde tiempos inmemoriales, sin darnos cuenta de que sí se pueden cambiar las cosas. No hay por qué tener miedo a hacerlo. La marginalidad es aislamiento a un lado y otro de los muros, es miedo al otro. Y ese miedo lo alimentan quienes no tienen otro interés que el que nada cambie, y lo consumen quienes se contentan con las migajas que los poderosos les echan. Hoy los poderosos se invisibilizan y sólo se muestran a través de sus apéndices, de sus nuevos guerreros, que son los medios de comunicación, que nos meten el miedo en el cuerpo cada vez que ponemos las noticias en televisión, o nos atontan con programas plagados de estrellas imbéciles que hasta pagamos con nuestros impuestos. Más que insolidarios, no reconocemos nuestra capacidad de transformación.

5) F. P.- En uno de los poemas que encabezan los relatos que conforman la novela, la poeta Anabel Caride dice que «Las ciudades son trenes que cruzan sin mirarse». Creo que este verso define perfectamente lo que es una ciudad, un pueblo: cada uno va a lo suyo, ¿no?

M. M.- Pues sí, estamos en la era del yo como único objetivo, lo cual nos hace muy desgraciados porque somos un animal social. En el individuo nunca puede haber éxito para nuestra especie, de ahí que a la vez que individual somos una sociedad profundamente frustrada. Tenemos que volver al pensamiento colectivo. Estamos intoxicados por esa visión anglosajona, deudora del calvinismo, adoradora del éxito como concepto individual, que nos lleva al fracaso como grupo. Hemos prostituido el concepto de libertad, que en su esencia verdadera no tiene que ver con algo propio sino con el respeto a los derechos del otro. Y todo esto genera desigualdad, fracaso institucionaly una profunda infelicidad. Los estados han dejado de ser entidades garantes de los derechos y del desarrollo de las personas y se han convertido en instrumentos coercitivos y de poder de las élites. Hay que poner en valor la esencia de nuestra especie, ese espíritu Ubuntu que defendía la tribu xhosa de Nelson Mandela: somos humanos a través de la humanidad de los otros.

6) F. P.- ¿Crees que la literatura debería de implicarse más en denunciar los problemas reales de los más desfavorecidos?

M. M.- La literatura, como toda actividad artística, debe ayudar a transformar al otro, y contribuir a la transformación del pensamiento puede ser uno de sus fines, nunca el único. El arte es también un reflejo de la sociedad, y como la sociedad hoy, prefiere hoy mirar hacia otro lado, alejarse de todo lo que le pueda causar problemas, no pasar mucho tiempo rasgándose las vestiduras ni escuchando a aguafiestas. Y como espejo del mundo en el que transitamos, muchos escritores prefieren pasar de puntillas por todo aquello que le reste público. Hay muchos autores obsesionados con el éxito comercial, por escribir sobre temas que no molesten, por acercarse a los usos predominantes en lugar de contribuir a transformarlos.

7) F. P.- Pero me imagino que es difícil publicar novelas como Tres mil viajes al sur porque no son comerciales, y lo que prima en literatura es el márketing.

M. M.- Imagino que sí, que es difícil, que en estos tiempos de corrección política, publicar una novela que mucha gente no quiere leer porque prefiere continuar ajeno a lo que sucede a minutos de su casa, es algo complicado. Afortunadamente mis editores en Anantes han confiado en mí desde el principio, y no sólo lo hacen conmigo sino con otros autores que tampoco “van haciendo amigos” con la temática que abordan. Puedo decirte que mi objetivo al escribir no es perseguir ese fantasma voluble y escurridizo que se conoce como éxito, sino expresarme, transformarme como persona a través de la escritura. Y lo que mis novelas me han dado como ser humano es muchísimo más de lo que esperaba. Quizás no tenga el éxito que también desearía, pero me considero alguien muy afortunado.

8) F. P.- ¿Por eso quizás sea la novela negra el género literario que refleja mejor los problemas a los que se enfrenta la sociedad?

M. M.- Eso se dice, que la novela negra es la que mejor representa hoy el llamado realismo social. De todas formas, y para nuestra desgracia, muchos grandes éxitos de la literatura actual retratan también, sin pretenderlo obviamente, lo que es nuestra sociedad actual. ¿O no la retratan las “Cincuenta sombras de Grey” o las “Ambiciones y reflexiones” de Belén Esteban?

9) F. P.- Pero, sin embargo, creo que en la novela negra los marginados suelen forman parte del bando de los malos, ¿no?

M. M.- El marginado tiene siempre la mayor parte de las papeletas para acabar en el bando de los malos por la vida que lleva. Se ha hecho muy poca literatura desde la perspectiva del marginado, desde entender su vida y las circunstancias ambientales y culturales que lo rodean. Para mí es una trampa. Quienes viven en la marginalidad son primero de todo, víctimas de una sociedad brutalmente desigual, que los arroja a actuar al margen de la ley, nunca mejor dicho. Por eso, quienes son capaces de salir de la marginalidad son unos héroes. Al igual que hay muy pocos que son capaces de salir de la marginalidad, también son escasos los que caen en ella viniendo del otro lado. Las personas necesitamos tener la oportunidad de desarrollar nuestras potencialidades, y ese y no otro debería ser el fin de organizaciones creadas por los hombres como son los estados, y esto no pasa. El estado, y sus órganos como la Policía, están al servicio de los poderosos, y por eso los marginados acaban asumiendo el papel de malos y quienes tienen al poder de su parte, de buenos. Una solemne hipocresía, pero entretenida, eso sí, si hablamos de literatura, y que contribuye sin duda a aletargarnos la conciencia.

10) F. P.- Me imagino que, de las tres novelas que has publicado hasta la fecha, Tres mil viajes al sur sería la más compleja de escribir, por el trasfondo de la misma.

M. M.- Ha sido la de estructura más compleja, y sin embargo también la que más rápido he escrito, quizás porque la he escrito en una época de mi vida en la que le he podido dedicar más tiempo a la literatura. De alguna forma, y sin ser consciente de ello, ya comencé a escribir esta novela hace once años, cuando emprendí esta maravillosa aventura de ejercer de voluntario en el Polígono Sur de Sevilla. Sentirme cercano a las personas que viven allí, abrir los oídos y el corazón a su vida, me lo han puesto muy fácil. Escribir esta novela ha sido dejar aflorar toda esa experiencia que comenzó a principios de 2006.

11) F. P.- Y supongo que no fue fácil la labor de documentación para reflejar la historia de las cuatro mujeres que la protagonizan. Por los temas que tocas en la novela, se percibe que has tenido que realizar un trabajo de campo.

M. M.- Yo vengo de la investigación en ciencias de la salud, y para mí la documentación es básica a la hora de escribir. Mucha ha venido de mi propia experiencia, pero también he entrevistado a bastantes personas que me han contado sus historias. La gente que vive en estos barrios es muy sencilla, y a pesar del dolor de muchas de sus relatos siempre estuvo abierta a hablar y a contar. Sí tuve más dificultades para acceder a las vidas más desconocidas para mí, las de los africanos. Pero tuve la colaboración de la poeta uruguaya afincada en Sevilla María Magdalena Blanco Odriozola, que me facilitó contactos con ONGs para poder acceder a ellos, y de Mohamdi Freesahara, con el que pateé muchas calles y entrevisté en cruces de semáforos de las afueras a personas que han venido a ganarse la dignidad como personas que les negamos cada día. Gracias a ellos conocí el terrible viaje africano.

12) F. P.- En Tres mil viajes al sur son personajes femeninos quienes protagonizan cada una de las cuatro historias que la conforman. ¿Reflejan mejor las mujeres que protagonizan la novela la realidad de estos barrios marginales?

M. M.- Absolutamente. Las mujeres son el sostén de nuestra sociedad, y en los barrios marginales aún más. Si no la hubiera escrito desde una perspectiva femenina, esta novela carecería de todo fundamento, carecería de toda credibilidad.

13) F. P.- ¿Cuál fue el testimonio que más te impactó de los que recabaste para crear las cuatro historias?

M. M.- Sin duda, el de las africanas, por ser el más desconocido para mí. El viaje hacia Europa de estas mujeres es terrible. Las violaciones que sufren, los abusos de todo tipo, la dureza y la mortalidad entre quienes salen de sus casas para buscar un mundo mejor, es absolutamente inhumano, inadmisible para el siglo XXI. Conocer cómo hay europeos que las explotan, no sólo cuando alcanzan nuestro continente, sino en el mismo camino, es algo que produce náuseas. Por eso me asquea profundamente la posición de Occidente ante África.

14) F. P.- ¿Crees que Tres mil viajes al sur está cumpliendo las expectativas puestas en ella como novela testimonio cuando decidiste publicarla?

M. M.- Puedo afirmar que en lo que se refiere a lo que ha representado para mí como persona, y para las personas del barrio, estoy más que satisfecho. Y el contacto con los lectores también ha sido inmejorable, y me ha dado la oportunidad de aprender y de crecer como escritor.

15) F. P.- Espero que esta entrevista sirva para que más lectores se interesen por Tres mil viajes al sur. No es una novela al uso, como digo en mi reseña, pero es un testimonio de lo que ahora mismo está ocurriendo a nuestro alrededor. Gracias, Manuel, por concederme parte de tu valioso tiempo.

M. M.- Muchas gracias a ti, Paco, por estar siempre atento a mi carrera literaria y por sentir tu ánimo siempre.

Nota: imágenes que acompañan al cuerpo de la entrevista, tomadas de google imágenes. 

14 comentarios:

  1. Una gran novela. Y la entrevista me ha gustado mucho

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  2. Una buena entrevista! conocer de cerca a los autores te acerca más a su obra. Me ha encantado

    Un beso
    Yolanda ❤ ❤ ❤

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  3. Muy buena entrevista, gracias
    Un beso

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  4. Gracias por la estupenda entrevista! No era un libro que al principio me llamara mucho la atención, pero las palabras del autor me han convencido.
    Besotes!!!

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  5. Felicidades por la entrevista Paco, sin duda, me ha hecho admirar aún más a su autor. Un abrazo

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  6. Gracias por la entrevista, yo todavía no me estrené con el autor
    Besos

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  7. La historia de las africanas o de la gente que viene de otros continentes es tremenda. La que pasan para llegar aquí y luego vivir en las condiciones que lo hacen. Muy buena entrevista Paco. Besos

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  8. Muy buena la pregunta y la respuesta número 8. Me temo que así es.
    Gracias por la entrevista

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  9. Del autor solo he leído Aquel viernes de julio. Gracias por la entrevista.
    Besos

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  10. Me encantaría leer esta novela del autor también. Me gustó mucho El guacamayo rojo y me gusta como escribe el autor.

    Bs.

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  11. Una entrevista muy completa, y yo todavía sin leer nada de él. Espero no tardar en remediarlo. Un beso!

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